LA TORRE DEL RELOJ Y EL MONUMENTO A LOS HEROES DE LA "ESMERALDA" 
EN LA PLAZA PRAT DE IQUIQUE


LA TORRE DEL RELOJ DE LA PLAZA PRAT: MUCHÍSIMO MÁS QUE SÓLO DAR LA HORA EN IQUIQUE


(www.urbatorium.blogspot.com, de Cristian Salazar, 23 de agosto de 2013)

ORIGEN DE LA TORRE

Echando una mirada por su historia, vemos que la artística torre surgió de un proyecto del Concejo Departamental de Gobierno de Iquique, liderado por el ex Cónsul de España y por entonces alcalde, señor J. Benigno Posada, siendo aprobado tras estudio de comisión el 14 de diciembre de 1877. Se la concibió como reemplazo del gran reloj que había existido en la Iglesia Matriz de la ciudad, y que había resultado destruido con el voraz incendio de 1873. La población iquiqueña había quedado profundamente dolida por esta pérdida y clamaba el regreso de un reloj monumental para la ciudad.

Me parece que hay algunas confusiones e inseguridades sobre quién fue el diseñador de la ecléctica obra. Ciertas fuentes lo atribuyen al ciudadano francés Edouard J. P. Maury de Lapeyrouse, agente de una importante compañía salitrera y ex funcionario de la Aduana; otras lo adjudican a su hijo Manuel Eduardo. Parece que ambas tienen parte de la razón, sin embargo. Nacido en 1819 en Saint Hippolyte-du-Fort y llegado a Perú a mediados de siglo, Lapeyrouse padre vivía desde 1869 en Iquique, cuando le fue encargada la obra. Mas, la habría diseñado y proyectado con su propio hijo, Manuel Eduardo, por lo que ambos destacan en la creación de la misma. Puede que en la combinación de estilos haya cierto grado de estilismo o simbolismo masónico, además, pues Lapeyrouse fue un activo y respetado miembro de la Logia, que también participó en los planos del edificio del Banco Nacional de Iquique y del hospital inaugurado en 1887, poco antes de regresar a su patria natal. Ya hemos visto en otra entrada, también, que la ubicación de la torre estuvo vinculada a las legendarias galerías subterráneas que saldrían desde la ex Aduana del puerto.

Así, la estructura de la torre habría sido levantada en base a los planos de los Lapeyrouse, en lo que entonces era el centro de la Plaza de Armas de Iquique. Esto sucedió durante 1878, un año antes de comenzada la Guerra del Pacífico y la ocupación chilena. Dicho de otro modo, los peruanos prácticamente la construyeron para Chile, aunque nadie lo sabía en aquel momento.

Fue el joyero y comerciante Federico Frantz con quien se pactó, el 25 de junio de ese año, la adquisición por 7.000 soles del reloj de cuatro caras que se pondría en lo alto de la torre, como detalla Carlos Donoso en su trabajo titulado "El puerto de Iquique en tiempos de administración peruana". Agrega el autor que, originalmente, este reloj tocaba una campana menor cada cuarto de hora y una mayor para cada hora cerrada. Además, "debía estar en el lugar asignado por el Concejo Municipal en un plazo no mayor de ocho meses a partir de la firma del contrato, debiendo pagar una fuerte multa de cinco soles por cada día de atraso", según sus palabras. De todos modos, la adquisición estuvo opacada por denuncias de irregularidades y de la molestia social por haberse comprado sin procedimiento de remate y a lo que se consideró montos demasiado altos de dinero, además de que varios miembros del propio Concejo figuraban como contratistas del proyecto.

Comprado ya en Inglaterra, Frantz avisó a las autoridades que el aparato llegaría a Iquique el 3 de diciembre en el vapor "Ibis". En realidad fue desembarcado el día 10, sabiéndose que ya estaba en funciones a inicios del año siguiente, pues debe haber sido montado casi inmediatamente en la torre.




EN LOS AÑOS DE LA GUERRA

Fue tan importante su presencia allí en la plaza que, tras su inauguración en ese verano, comenzó a ser llamada espontáneamente como la Plaza del Reloj, según algunas crónicas, aunque la denominación se perdió cuando los chilenos la rebautizaron primero como Plaza 21 de Mayo y luego Plaza Arturo Prat, su nombre definitivo en homenaje al héroe de Iquique.

Curiosamente, contaba una leyenda que, poco tiempo antes de la guerra y estando de visita en la ciudad entonces peruana, el Capitán Arturo Prat Chacón observó esta flamante torre de la plaza y, asombrado con su belleza y pulcritud, sugirió a la autoridades peruanas del puerto que colocaran bajo el mismo un busto en homenaje para algún héroe o prohombre de la República de Perú. No sabía que, ese mismo año de 1879, él mismo se ganaría allí un busto como monumento perpetuo a su memoria.

La Guerra del Pacífico alcanzó a la ciudad pocos meses después de la inauguración y puesta en marcha del reloj. Sería el propio Capitán Prat el encargado de notificar al Prefecto Suárez de la ocupación de su ciudad, sólo semanas antes de su heroico sacrificio en la rada del mismo puerto el 21 de mayo, que le valdría un homenaje precisamente bajo aquella estructura en la plaza.

El 25 de noviembre siguiente y como Jefe de la Ciudad, Patricio Lynch creó la Junta Municipal de Iquique y, curiosamente, asume como primer alcalde bajo dominación chilena don Eduardo de Lapeyrouse, el propio diseñador de la torre, que por entonces se desempeñaba como Vice-Cónsul de Francia. Y hacia esos mismos días, además, Francisco Vidal Gormaz llegó allí en misión especial encargada por el Gobierno, observando que la Torre del Reloj era la única estructura realmente interesante de Iquique, "que nada simboliza, no obstante su gusto arquitectónico", según anota en su informe titulado "Estudio sobre el puerto de Iquique", publicado en 1880. Agrega que, ya en esos días "los habitantes actuales del pueblo han destinado el pórtico del edificio para colocar en él el busto del capitán Arturo Prat, el héroe de la corbeta chilena Esmeralda".

El 23 de octubre de ese mismo año de 1880, si embargo, tuvo lugar un gran incendio que afectó al centro de Iquique y que destruyó gran parte del entorno de la rebautizada Plaza Prat. Treinta manzanas de la zona comercial desaparecieron en las llamas. Los espacios de las cuadras destruidas hacia el sector Sur y oriente fueron ocupados para ampliar la plaza, por lo que la Torre del Reloj ya no quedó al centro de la misma, sino más hacia el lado de calle Tarapacá y cerca de los rieles del tranvía, de acuerdo a lo informado por el cronista Francisco Javier Ovalle. Debió pasar un tiempo más para corregir este problema.

CAMBIOS DE UBICACIÓN Y ASPECTO

La posición precisa en que se encontraba la Torre del Reloj dentro del cuadrante de la plaza tras la mencionada ampliación, era al Norte y más cerca de la actual calle Uribe, casi frente a la boca de la misma. Bastante alejada de lo que ahora era el centro geográfico de la Plaza Prat.

Para resolver el referido problema, el Intendente Ramón Yabar ordenó arrastrarla hasta el nuevo punto central de la plaza, operación que se ejecutó con asistencia de soldados de una compañía del Batallón Pisagua que se encontraba de paso por la ciudad. Se cuenta que hicieron la maniobra valiéndose de caballos para tiro y de una especie de arca de seguridad para montarla alrededor de la base de la estructura. Fue en este esfuerzo de 1889, durante el Gobierno de José Manuel Balmaceda, que la torre quedó en la misma posición que conserva hasta nuestros días, aunque en aquellos años se la vería montada sobre una base de graderías que servían de escalinatas.

La situación recién descrita parece haber dado origen a lo que, según creo, podría ser una leyenda que he escuchado con frecuencia por estos lados de del Norte Grande: cierta versión habla de un primer traslado al Norte de la plaza, hacia calle Uribe, y otro posterior que la "devolvió" hasta su ubicación actual, en circunstancias de que los desplazamientos parecen ser en realidad sólo uno, y que este único cambio de ubicación se debió al referido incendio del barrio seguido de la ampliación de la misma plaza.

De madera y metal, la obra resultó bastante sólida, resistiendo incluso este audaz traslado. No fue el caso del reloj, que falló al poco tiempo de instalado, obligando a trabajar en su reparación en 1904 por decreto alcaldicio, que por la suma de 2.000 pesos le fue encargada a don Emmanuel Merani.

La pintura blanca y severa que conserva hasta ahora, fue una intervención efectuada en tiempos de dominio chileno, con motivo de un aniversario del Combate Naval de Iquique festejado hacia los mismos días en que Ovalle preparaba su libro "La ciudad de Iquique", de 1908. Fotografías anteriores a aquella época demuestran que la torre tenía un color oscuro por base, pero con los perfiles, marcos y columnas en color claro. El mencionado investigador constataba también la resistencia y buen estado que conservaba la torre en esos días.






ADICIONES Y DECLARACIÓN DE MONUMENTO NACIONAL

Como señalara antes Vidal Gormaz, la base entre los pórticos de tránsito peatonal bajo la torre fue escogida para la colocación del Monumento al Capitán Arturo Prat, confeccionado en mármol y roca e instalado muy poco tiempo después de la epopeya del Combate Naval de Iquique, con las caras de Serrano, Riquelme, Videla y Aldea en medallones heroicos alrededor de la base.

Esta escultura de hermoso acabado y perteneciente al talento de Nicanor Plaza, de la que hablaré más adelante en una entrada especial, fue reemplazada en tiempos posteriores por la versión en bronce que se hizo a partir de moldes de la misma, y que actualmente se halla en su lugar allí bajo la torre. El monumento original de mármol, en tanto, está al interior del Edificio de la ex Aduana, a pocas cuadras de la plaza.

Cabe señalar que, en la época cercana al Primer Centenario, se pretendió trasladar la torre completa hasta la Plaza Condell, idea que, afortunadamente, nunca se concretó, diríamos... La razón de este interés se debía a que, mientras Virginio Arias trabajaba en la construcción de su propio y magnífico Monumento al Capitán Prat para la ciudad, había quienes querían que esta obra fuera colocada en el lugar central de la plaza que llevaba su nombre en lugar del reloj, idea con la que la mayoría de los iquiqueños no comulgaba, pues el monumento no iba a tener la altura de la torre.

Por Decreto Supremo N° 433 del 13 de julio de 1987, ya hacia los últimos años del Régimen Militar, la Torre del Reloj de la Plaza Prat fue declarada Monumento Histórico Nacional. Su presencia con esta categoría no sólo da a Iquique uno de sus iconos más potentes y conocidos, como hemos dicho, sino que aporta también a la notable concentración de Monumentos Nacionales que se pueden hallar en la Plaza Prat y sus inmediatos. Gran parte de su actual mantención se debe al relojero Hermes Valverde, patriota y conocidísimo personaje de Iquique que tiene su relojería por el barrio cercano al Mercado Centenario.

Hasta nuestros días, existe una leyenda y tradición muy parecida a del beso del pie del indio ona del Monumento a Magallanes en Punta Arenas: cualquiera que pase por debajo de la Torre del Reloj de Iquique, se garantiza un regreso seguro a esta ciudad. Por desgracia, sin embargo, hacia el año pasado o poco antes, fue colocada totalmente una cerca metálica rodeando el monumento a Prat y los demás héroes, que antes estaban cercados sólo por los costados oriente y poniente. Probablemente, esto se hizo para aislarlo de los malos comportamientos de algunos sujetos pero, a consecuencia de ello, el tránsito peatonal justo bajo la torre hoy es imposible. Empero, se asegura que las rejas serán retiradas para cuando se la reinagure, prontamente.

La obra de reparación de la Torre del Reloj de Iquique, al igual que los otros tres Monumentos Históricos, será concluida y entregada hacia los días de Fiestas Patrias del presente año, según los plazos que se establecieron. Veremos pronto, entonces, cuál es el resultado de esta intervención sobre lo que es todo un símbolo dentro de la iconografía turística y patrimonial iquiqueña y, por extensión, de la chilena.


Fotografías de WFL, sep. 2014