CARMELA CARVAJAL BRIONES DE PRAT
www.guerradelpacifico1879.cl, “Mujeres en la Guerra”
Carmela Carvajal nació en Quillota el 16 de julio de
1851, hija de don Diego Carvajal y Zárate y de doña María Briones Insunza. Fue
la menor de cuatro hermanos, quienes quedaron huérfanos a temprana edad (cuando
Carmela tenía 11 años). Es por ello que Carmela se crió en la casa de su
hermano José Jesús, quien estaba casado con doña Concepción Chacón, tía materna
de Arturo Prat.
Fue, a través de este vínculo que Carmela conoció al
joven cadete, durante las tertulias a las que asistían tanto don Pedro Chacón
como Concepción Chacón en la ciudad de Valparaíso. Así nació un amor que
duraría toda la vida.
Noviazgo con Prat
De regreso del viaje que repatrió desde Perú los restos
mortales de O'Higgins, trajo Prat regalos para Carmela, un costurero, un
abanico, una cruz de plata y un tarjetero de marfil.
La relación era muy obvia pero muy reservada para Prat,
se molestaba cuando hacían relación a su noviazgo. Además de la timidez
natural, otra de las razones por la que se molestaba Prat era el temor de
formalizar una relación para la cual no tenía el dinero con que mantener un
matrimonio.
Cuando se enteró de que sería ascendido a capitán de
corbeta, se decidió finalmente pedir la mano de Carmela, el año 1873. Un poco
posterior a esto, se encuentra la única carta de amor de Prat a su novia
llegada hasta nosotros:
"Mi Carmela, mi vida, mi tesoro, te escribo sólo para quitarte todo cuidado respecto de mi salud. Me encuentro bien, la mano se ha deshinchado y espero estar bueno en un par de días para escribirte muy largo, pues tengo mucho que decirte, incluso el que te adoro, cada día más con más vehemencia; no lo hago ahora porque temo empeorarme.Recibe el corazón apasionado de tu Arturo".
Matrimonio
El 5 de mayo de 1873 tocaban las campanas nupciales en la
iglesia San Agustín de Valparaíso. Se tendió una alfombra roja, por la que pasó
la radiante Carmela, que en ese entonces tenía 22 años, era alta, esbelta y
bella, se encontró con un Arturo Prat robusto, de amplia frente por su
calvicie, espesa barba y de paso firme. Los bendijo el clérigo José Francisco
Salas, a las 10.30 horas. Eran ya marido y mujer.
Prat trataba a su mujer como una igual, como una
compañera (algo difícil de encontrar en la época decimonónica), encargándole
por ejemplo del presupuesto familiar, y él mismo haciéndose cargo de algunos de
los problemas domésticos: "A cada momento me parece que te veo rendida de
mecer a nuestra hija, sin que a tu lado esté y compartir, aunque sea en
pequeño, tus trabajos...".
Los recién casados pasaron su luna de miel en Quillota,
desde donde se dirigían a las Termas de Cauquenes. Después, el esposo regresó a
Valparaíso, para retomar sus deberes navales. Sólo en octubre se reuniría de
nuevo con su mujer.
Nacimiento de sus hijos
Para esa fecha, Carmela estaba embarazada de su primera
hija. Prat anotó para el acontecimiento del nacimiento de su hija:
"El 5 de marzo nació Carmela de la Concepción a las 9.35 AM, en circunstancias que el día anterior me había ido yo a Santiago... El 5 de abril fue bautizada en la Parroquia del Espíritu Santo, siendo los padrinos la Conchita con José Jesús..."
"Se me figura que ha de estar muy viva, risueña,
juguetona... Anoche soñé con ella y parecía que me conocía y aunque con carita
un poco afligida, me echaba los bracitos al cuello..."
Pero al igual que los malogrados hermanos mayores de
Prat, la niña heredó una contextura en extremo frágil y enfermiza. Arturo le
escribe a Carmela: "Continúa usando la homeopatía para mi hijita y avísame
luego que esté sana". Tenía, sin duda, la esperanza que el método que
(supone él) le curó su condición endeble, hiciera las mismas maravillas en
Carmelita.
Pero no funcionaba, la vida de la niña se iba
extinguiendo cada día más, para desesperación de una madre impotente y un padre
desesperado en la plegaria.
"¡Pobre angelito!, ya no puedo verla, al menos quiero que este sana".
El problema de Carmelita, una hernia causada por el
retiro del cordón umbilical, al que se le agregaban diferentes males (diarrea,
fiebre, etc.).
Para desesperación de Prat, al término de su estación
anual, debe ser transportado al centro del país por el "Abtao", que
no llega. El domingo 13 de diciembre finalmente llega el vapor y le escribe a
su mujer: "Luego pues te voy a ver, como también a mi hijita que espero
que este completamente sana..."
Pero la niña había muerto hacía una semana, el día 5. Al
anochecer le llega una carta desoladora de su mujer: "Arturo de mi
corazón: nuestro querido angelito sigue mal; siento que mi corazón desfallece
de dolor y tú no estás para sostenerme... Si te fuera posible venirte, sería mi
único consuelo. No desesperes mi bien, piensa en tu infeliz Carmela".
Más desesperación para Prat, el vapor no podrá salir
hasta el día 18.
Todas sus esperanzas fueron destruidas en el viaje, con
una esquela de pésame, entregada en algún puerto intermedio, firmada por Juan
José Latorre.
Anotó Arturo, al pie de la carta anterior de Carmela:
"El 5 de diciembre, a las 1 horas 3 minutos de la noche, murió mi hija Carmela de la Concepción. Esta carta es la destinada a anunciármelo, la amargura que revela debiera habérmelo hecho comprender, pero tan dulce es la esperanza".
El 11 de septiembre de 1876 vuelve la alegría en la casa
de los Prat Carvajal, con el nacimiento de su hija Blanca Estela. Dos años más
tarde, el 29 de diciembre de 1878 nace Arturo Héctor, el primer hijo varón del
matrimonio.
Guerra del Pacífico y viudez
Con la llegada de la Guerra del Pacífico, Prat partió al
norte de Chile, quedando Carmela nuevamente sola, a cargo de sus hijos.
El 21 de mayo de 1879 ocurre la muerte de Arturo Prat,
mientras comandaba la «Esmeralda», durante el reconocido Combate naval de
Iquique. Sólo dos días después la noticia de la batalla llegaría a Valparaíso,
pero Carmela no supo de la muerte de su esposo hasta la noche del 24 de mayo.
El Almirante Miguel Grau Seminario, capitán del «Huáscar», envió los objetos
personales de Prat, diario personal, uniforme, espada entre otros a la viuda de
Prat. Junto con ellos, Carmela Carvajal recibió una carta del Almirante
peruano, demostrando la calidad personal de su rival, la hidalguía y sus altos
valores morales, denominado luego "El Caballero de los Mares".
Tras haber quedado viuda, decidió irse a vivir a Curimón
para alejarse del dolor que significó la muerte de Prat. En 1881 volvió a
Valparaíso, y ese mismo año, su casa sufrió un incendio y lo perdió todo,
excepto las queridas reliquias que Grau le había mandado. Cuando sus hijos
ingresaron a la Universidad, Carvajal cambió su residencia a Santiago de Chile.
Finalmente fallece el día 16 de agosto de 1931, víctima de un ataque de angina, provocando un hondo pesar en el país debido a su valentía como mujer.