- "El Abuelo del Capitán Prat y su Legado en la Memoria de la Calle Bandera", www.urbatorium.blogspot.com, 19 de mayo de 2013
EL ABUELO DEL CAPITÁN PRAT Y SU LEGADO EN LA MEMORIA DE LA
CALLE BANDERA
www. urbatorium.blogspot.com,19 de mayo de 2013
Ilustración con la antigua vista de la calle Bandera hacia
el Norte, aproximadamente donde estaba el negocio de don Pedro Chacón. Al fondo
se puede observar la silueta de la Iglesia de la Compañía de Jesús,
destruida por el fatídico incendio de 1863.
Es algo ya comentado alguna vez el que la figura del Capitán
Arturo Prat Chacón, como máximo héroe nacional y próximo al nuevo aniversario
del 21 de mayo en Iquique, ha sido tan potente y destellante en el contexto de
la conmemoración histórica, que ha eclipsado en parte la luz presencial de
otras figuras con su propia participación en la gesta, haciendo que algunas de
ellas dependan sólo de su relación o vinculación con el sacrificio del insigne
marino chileno, como sucede de alguna manera a la imagen del Guardiamarina
Riquelme, el Teniente Serrano o el corneta Cabrales en la propia
"Esmeralda", o en la otra parte de este esta misma gesta naval al Comandante
Condell y hombres garantes de su extraordinaria hazaña en Punta Gruesa, como el
Capitán Orella o el grumete Bravo con su legendaria puntería.
Puede decirse que quizás suceda algo parecido con el abuelo
materno de don Arturo, cuyo recuerdo queda reducido muchas veces a sólo ser el
ancestro del héroe de Iquique desconociéndose, en parte, el brillo propio que
tiene este personaje en las crónicas y relaciones históricas, especialmente
para la ciudad de Santiago. Tanto es así que en el lugar donde estaba su quinta
en Providencia, donde hoy se pueden ver las palmeras de la Plaza Juan
XXIII, un monumento conmemora en el sitio sólo el paso de don Arturo Prat
durante su infancia por el mismo, sin mencionar el nombre del ilustre abuelo
dueño de la desaparecida propiedad.
Este pequeño artículo es un esfuerzo es por enfatizar el
legado histórico que el abuelo de Prat logró dejarle a la ciudad, por méritos
propios y también por las fortunas de las circunstancias relativas a su época.
PEDRO CHACÓN Y MORALES
Don Pedro Chacón y Morales había nacido en Santiago hacia
1784. Antiguo cabildante y adinerado comerciante, tenía un conocido local de
venta de telas en el sector de la actual calle Bandera con Huérfanos, en pleno
centro de la capital. Casado con doña Concepción Barrios Bustos, apodada doñaConchita,
dos de sus hijos fueron ilustres diputados: Andrés y Jacinto Chacón, este
último conocido poeta de su generación. Su hija María Luz del Rosario Chacón,
en tanto, tras contraer matrimonio con el también comerciante de Santiago don
Agustín Prat de Barril, sería la madre del héroe de Iquique.
Don Pedro vivía de sus negocios de mercaderías, los que
habían comenzado a verse seriamente comprometidos con el inicio de las
refriegas y luchas por la Independencia, pero que todavía estaban en vilo
después de la gran revolución emancipadora.
"...era uno de esos honorables comerciantes perseguidos
en el régimen pasado -escribe Sady Zañartu- y que clamaban por el
advenimiento de un mundo mejor, en el que hubiesen menos alcabalas y
almojarifazgos, y más libertad de comercio con el extranjero. Su tienda,
situada en esta calle, esquina con la de los Huérfanos, estaba atestada de
ruanes, bretafias, hilos de oro y plata, creas, choletas, zangaletas, y una
infinidad de artículos de procedencia francesa que, por la pobreza general,
nadie compraba".
La calle de la Bandera había sido llamada antaño callejón
del Licenciado Morales Albornoz(aludiendo a un viejo residente de la misma) y
posteriormente como calle Atravesada de la Compañía, por cortar la arteria
del mismo nombre y pasar a un costado del Templo de la Compañía de Jesús,
incendiado en 1863. Este detalle daba una característica particular a la
clásica calle nacida en tiempos tempranos de la Colonia: si se la miraba desde
cerca del negocio de don Pedro Chacón hacia el Norte, se veía la mitad de la
misma interrumpida en su ancho por la figura de la iglesia jesuita, pues sus
contrafuertes superaban la planta de la cuadra en que se encontraban. Así la
describe don Benjamín Vicuña Mackenna:
"....era sobre angosta, tristísima, porque los enormes
estribos del jesuítico, edificado después de un terremoto, ocupaban por cautela
casi un tercio de su espacio en su parte septentrional, al paso que la blanca,
aplastada, fatídica muralla del doble claustro de las monjas de la limpia
Concepción (Agustinas) comenzaba en la esquina de la calle de este nombre,
donde yacía su cementerio, y tapando callea iba a terminar en la Alameda".
Sin embargo, en parte gracias a don Pedro, épocas mejores se
le venían a esta calle.
Además de ser un centro bohemio y recreativo, calle Bandera
se constituyó como una importante concentración de casas periodísticas, desde
la segunda mitad del siglo XIX hasta pasados los días del Primer Centenario. En
la imagen, publicada por revista "En Viaje", se ve el edificio del
diario "La Tarde" en Bandera esquina NE con Compañía, demolido en
1965.
DÍAS DE INDEPENDENCIA
Tras largo tiempo soportando abusos de la administración
realista, Chacón había optado por la peligrosa apuesta de apoyar los decididos
vientos del independentismo. Se cuenta que hasta repartía folletos patriotas en
su propio establecimiento de la calle Atravesada de la Compañía y que
tuvo una relación de amistad personal con San Martín y O'Higgins. Sin embargo,
con la caída de las familias más aristocráticas del régimen anterior y la
virtual cacería de brujas que se hizo con los sospechosos de ser realistas,
debió observar cómo su tienda se iba quedando cada vez con menos clientes y
ventas, peligrando su continuidad en el comercio santiaguino. Su bodega estaba
atestada de telas francesas y españolas que había hecho traer con la esperanza
de venderlas a buen precio, cosa que estaba bastante lejos de la realidad que
debía vivir esos días.
La suerte mezclada con su ingenio por fin lo premió en 1818,
el mismo año en que contrajo matrimonio con doña Conchita. Al enterarse de
cuál era el diseño de la flamante Bandera de la Patria Nueva, presentada ese
mismo año en sociedad, decidió que debía confeccionar una propia para engalanar
y solemnizar su local. Al mismo tiempo, en los festejos de celebración del
nuevo pabellón ese año, su alicaída tienda fue una de las que necesitó proveer
de género y prendas a las comparsas, grupos oficiales y artistas que se
presentaron durante la fiesta, de modo que la oportunidad de recuperar el
negocio estaba totalmente en sus manos.
Al año siguiente, pudo presentar su enorme bandera chilena
justo hacia los días del aniversario de la Independencia: hizo colocar un
escudo sobre la entrada a su tienda y un gran mástil, donde la colgó para
asombro y admiración de todos, pues las piezas de este emblema todavía seguían
siendo muy escasas. Incluso las cinco o seis banderas oficiales que el Estado
de Chile había logrado fabricar sorteando la pobreza de las arcas fiscales,
seguramente andaban en esos días en manos del Ejército Libertador, lejos de la
contemplación civil. Tanto era así que las dos que se usaron en la Plaza de
Armas de Santiago para la ceremonia oficial habían sido solicitadas como préstamo
a la Gobernación de Valparaíso y devueltas ese mismo día, por lo que la bandera
de Chacón en su tienda era, acaso, la única que los chilenos podían observar de
manera permanente en exhibición hacia aquellos días, además de tener
dimensiones descomunales para una pieza de este tipo en la época.
Sin embargo, y a pesar de las loas populares recibidas por
el comerciante, veremos que las decisiones posteriores de don Pedro no
resultaron muy felices ni prósperas para su futuro. Adhiriendo a las intrigas
de los pipiolos, por ejemplo, llegaría a ocupar el cargo de diputado en los
inicios de primera Guerra Civil, siendo suplente por Vallenar en el II Congreso
Nacional, en el Segundo Período Legislativo, entre el 1º de agosto y el 6 de
noviembre de 1829. También reemplazó en el rol a don Rafael Bilbao Beyner,
quien que optó por cambiar su diputación por Santiago. Fue diputado
reemplazante en la Comisión Permanente Calificadora de Poderes, además. A la
larga, estos compromisos lo meterían en una madeja de problemas.
Neón del cabaret "Tabaris" de Bandera, en
el filme de 1951 "Uno que ha sido marino". La época del
"Barrio Chino" y su incorregible bohemia de Mapocho en la antigua
calle santiaguina.
EL NOMBRE DE CALLE BANDERA
Prácticamente no hubo en Santiago un vecino que no fuera a
mirar la imponente bandera de Chacón. La pieza no sólo era simbólicamente única
en proporciones y disposición, sino también de gran calidad, pues su dueño la
había hecho fabricar con buenos materiales de su bodega y hasta habría ordenado
bordar en hilos de plata la estrella del campo azul. Se cree que incluso pudo
haber sido usada en algunas ocasiones más por las autoridades, hasta que
pudieron contar con un número razonable de banderas propias para sus actos
públicos.
La bandera de don Pedro dio nuevos aires de popularidad no
sólo a su tienda, sino también a todas esas cuadras comerciales de la calle.
Zañartu dice que permaneció largos años más allí flameando, hasta que se
decoloró y envejeció tras una feliz y longeva vida. Se hizo común, así, hablar
de ir a comprar "a la Bandera" para referirse al célebre
negocio del comerciante y a la propia cuadra en que se hallaba. "Desde
entonces se le empezó a cambiar su primera designación" a la calle,
concluye Luis Thayer Ojeda: el uso y la repetición le dieron el nombre
definitivo de Calle de la Bandera, nuestra actual Bandera, una de las más
importantes e históricas del radio central de la ciudad de Santiago.
Sin embargo, incapaz de aceptar la victoria de sus enemigos
políticos a pesar de la década transcurrida desde su efímero paso por el
Congreso seguido de la derrota pipiola en Lircay, en 1840 don Pedro se lanzó a
atacar con dureza la candidatura del General Manuel Bulnes e hizo circular en
Santiago un controvertido periódico titulado "Guerra a la Tiranía"
donde, según leo en las fichas de reseñas biográficas parlamentarias del
Congreso Nacional, se iniciaron en el periodismo figuras como Pedro Godoy y
Jotabeche. La violenta línea editorial del pasquín le costó un juicio en su
contra por parte del fiscal de la Corte de Apelaciones don Manuel José Cerda, y
una fuerte multa exigida en la sentencia.
A pesar de sus naufragios en el mundo de la deliberación y
las luchas partidistas, sin embargo, sería por la impronta allí dejada por don
Pedro que la calle de su vieja tienda, finalmente, pasó a ser llamada hasta
nuestros días como Bandera. Su huella es imborrable, entonces, tanto en los
planos como en la memoria de la metrópolis.
El nombre de Bandera lo ha conservado esta calle -que va
desde la Alameda a Mapocho- en todas sus etapas de vida, quizás como símbolo
ulterior de republicanismo en la capital chilena: desde los años en que fuera
la principal concentración de las casas periodísticas del siglo XIX y parte del
XX ("La Tarde", "La Unión", "Los Debates",
"La Patria", "La República", "El Popular",
"Libertad Electoral", "El Ferrocarril", etc.), hasta los
controvertidos días en que albergaba al nocherniego "Barrio
Chino" hacia sus últimas dos cuadras llegando a la Estación Mapocho,
con recordadosdancings, clubes bohemios y cabarets que comenzaron a decaer y
desaparecer hacia los años cincuenta ("El Teutonia", "El
Zeppelin", "Nigh Club Tabaris", "El Patio Criollo",
"El Dragón", "American Bar", etc.), hoy reemplazados por
restaurantes populares y tiendas de ropa usada.
Imagen del Capitán Prat en el Monumento a los Héroes de
Iquique en el barrio del Mercado Central, en Mapocho. Cerca de allí, calle
Bandera lleva su nombre gracias a un recuerdo nominal dejado allí por el abuelo
materno del héroe naval.
EL ABUELO ILUSTRE
Ya retirado de las contiendas políticas y parece que con sus
años de bonanza económica un poco distantes, hacia 1853 don Pedro Chacón puso
en venta sus terrenos en Providencia, esos donde su nieto el niño Arturo
Prat corría jugando acompañado de su madre tras dejar atrás la finca de Ninhue.
La familia se trasladó desde allí hasta una pequeña residencia de la calle
Nueva de San Diego, hoy Arturo Prat, curiosamente a sólo una cuadra corta de la
continuación de la calle Bandera al otro lado de la Alameda. El ex fundo fue
ocupado para labores sociales y atención de huérfanos por parte de las Hermanas
de la Providencia. Hoy se ve allí a la mencionada plaza con palmeras, que
estuvo amenazada por proyectos urbanísticos de nuestros tiempos.
El pequeño Arturo comenzó a estudiar en una escuelita de esa
misma calle Nueva de San Diego. Aunque tenía buenas notas, su salud era
mala y alguna vez fue objeto de burlas por parte de abusones en aquellos años,
hasta que un día de esos, luego de recibir una paliza de los mismos niños,
llegó al colegio escondiendo un machete con el que dio una tremenda zurra a sus
agresores, golpeándolos con el canto si filo del mismo, derecho a defensa que
fue aprobado por sus profesores cuando los mismos abusadores llegaron llorando
a acusarlo a la dirección. Esta pintoresca anécdota aparece descrita en el
trabajo "Leyendas Nacionales" de Silva Campos. Un tiempo más tarde,
luego de ser sometido por su madre al entonces novedoso tratamiento
hidroterápico de Priessnitz para superar sus dificultades físicas y su mala
salud, Arturo logra ingresar con sólo 10 años como cadete a la Escuela Naval
del Estado en Valparaíso, junto a su primo político y amigo Luis Uribe, en
agosto de 1858. Ambos hombres llegarían juntos a la epopeya del 21 de mayo de
1879. La misma Escuela Naval ahora lleva su nombre.
El orgulloso abuelo don Pedro Chacón, fallecería a la
avanzada edad de 95 años. Y aunque el principal recuerdo que de él se
hace es por su relación genealógica con el héroe naval, algunos de sus demás
nietos, hijos de don Agustín Prat con su hija Rosario, también tendrían
participación destacada en la Guerra del Pacífico, como lo señala Pedro
Fuenzalida en su "Vida de Arturo Prat":
"Rodolfo y Ricardo también sirvieron al país en la
guerra de 1879. El último de ellos, Ricardo, comenzó a prestar servicios en
1881, dos años después del sacrificio de su hermano Arturo, como oficial
de la artillería cívica en Valparaíso, donde obtuvo el grado de capitán, siendo
más tarde inspector de guardias nacionales. En 1898 pasó a la Dirección de
Territorio Marítimo, donde sirvió hasta junio de 1925, fecha en que obtuvo su
jubilación, después de 44 años de servicio".
En este glorioso Mes del Mar y con los festejos de Iquique
ya encima, entonces, quise recordar aquí a quien no sólo ostenta en el recuerdo
haber sido el abuelo del Capitán Arturo Prat Chacón, sino también a la huella
perpetua que dejó en el nombre de una de las más conocidas y transitadas calles
de nuestro Santiago de Chile.