- "Aniversario del Natalicio de Arturo Prat", www.viva-chile.cl, marzo 2012, extracto del Acta de Sesión del Senado de la República de Chile del 3 de abril de 2001, Senador Almirante Jorge Martínez Busch
Aniversario del natalicio de Arturo Prat
www.viva-chile.cl, marzo 2012
Reproducimos a continuación un extracto del Acta Sesión del
Senado de la República de Chile del día 3 de abril de 2001, durante la cual el
Senador Jorge Martínez Busch rindió un homenaje a Arturo Prat, en el día en que
se conmemoraron 153 años de su natalicio. En aquella oportunidad, el Senador
Martínez también hizo una oración consagrando a Chile al Sagrado Corazón de la
Virgen María.
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Señor Presidente, hoy día, 3 de abril de 2001, se conmemoran
153 años del natalicio de Arturo Prat Chacón.
En la hacienda de San Agustín de Puñual, reconstruida
gracias a un esfuerzo colectivo de todos los ciudadanos de Chile, hoy en la
mañana se ha celebrado una gran ceremonia cívico-militar. Ella se lleva a
efecto en el santuario y cuna de Prat, así llamado.
En la casa reconstruida no sólo está la trayectoria
personal, así como la pública y profesional de Arturo Prat, sino también un
rincón que representa su vida espiritual, extraordinariamente rica por su
ejemplo propio y colectivo que entregó con su acto heroico en la cubierta del
Huáscar, en defensa de la honra y de la soberanía nacional.
En la reunión de esta mañana, ya tradicional en la Octava
Región, se dan cita las autoridades nacionales, regionales y comunales. La
asistencia por parte de personas de diferentes actividades, creencias y
condiciones, está ligada al recuerdo del nacimiento de este héroe nacional.
Asisten, además, jóvenes estudiantes de los colegios municipales y privados de
la región, unidos a formaciones y delegaciones de las Fuerzas Armadas,
naturalmente encabezadas por la Armada de Chile que –entre sus iguales,
integradas por toda la ciudadanía–, en materia de custodia de los valores y de
la Historia, se siente la primera.
Ello, porque, cuando se recoge el cadáver de Arturo Prat en
la cubierta del Huáscar, y posteriormente es entregado en el muelle de Iquique
a petición del ciudadano español don Eduardo Llanos, para ser sepultado
cristianamente, entre sus restos mortales figuraban dos símbolos religiosos de
extraordinaria importancia para él: el escapulario de la Virgen del Carmen y la
Medalla Milagrosa, santuario ubicado en París, Francia.
Él no sólo dio un ejemplo extraordinario de valentía y
arrojo, sino que, además, estuvo indisolublemente ligado a la fe católica.
Respetando la posición personal de cada chileno, no podemos
dejar de reconocer, sin embargo, que en la historia de Chile siempre ha estado
presente, con mayor o menor intensidad, la figura central de la Virgen María.
Se dice que el nuestro es un pueblo mariano. Quiero agregar
que, en su expresión de las Fuerzas Armadas, por ejemplo, el pueblo de Chile ha
asumido históricamente la tarea y el deber no sólo de considerar a la Virgen
María como la madre de Cristo, creadora de una fuerza mariana inmensa, sino
también como la Reina de Chile, tal como fue proclamada desde el principio por
los Padres de la Patria.
Cuando uno piensa en la fe religiosa de Arturo Prat, en cómo
la fue amoldando, en su maduración de los preceptos de la religión católica, no
puede dejar de considerarlo como un ejemplo que nos permite legítimamente
plantear hoy –cuando Chile más necesita paz y unión– que resulta bueno y conveniente
acompañar el recuerdo de su natalicio –el 3 de abril de 1848, en la hacienda
San Agustín de Puñual– con una oración, una oración que, en mí calidad de
Senador creyente y definido como miembro de la fe católica, creo que es la
mejor forma de rogar por nuestra patria. Hago dicha oración, señor Presidente
–que en sí es una Consagración de Chile a la Santísima Virgen María,
a Su corazón doloroso e inmaculado–, con el fin de que la imagen y ejemplo de
Arturo Prat sirvan como una contribución que mueva al corazón de cada uno de
los chilenos hacia una aproximación y un acercamiento más fraternos, de mayor
unión y de mayor comprensión.
Dice:
“A Ti recurrimos, Inmaculada Madre de Dios en esta hora
trágica de la humanidad, en medio de esta t
empestad sin precedentes que conmueve desde sus cimientos a
la Iglesia y que se refleja dolorosamente en nuestra Patria. ¡De qué compasión
no estarás embargada ante la Pasión de la Iglesia, Cuerpo Místico de Nuestro
Señor, y ante el abandono de nuestras naciones, Tú, que de pie junto al
Calvario has participado tan íntimamente en los sufrimientos de Tu Divino Hijo!
Quiera Dios, en medio de tantas ruinas y traiciones, según anteriores ejemplos,
crear en nuestra Nación un ejército de verdaderos reconstructores. Más
conscientes de nuestra debilidad, nos volvernos hoy hacia Ti, Virgen poderosa,
Auxilio de los cristianos. Ante la magnitud de nuestra misión como católicos y
desconfiando de nuestras propias fuerzas, ¡oh, Virgen terrible como un ejército
en orden de batalla, que has recibido desde el comienzo la promesa de aplastar
la cabeza de la serpiente!, queremos ampararnos bajo Tu maternal y poderosa
protección. ¡Oh, Arca de la Alianza!, en medio de los peligros que nos
amenazan, suplicamos a Dios se digne confirmar por medio de Ti nuestra vocación
de servir a la Iglesia y a la Patria.
Por ello, ¡Oh, Virgen Inmaculada!, prosternados hoy al pie
de Tu trono de gracia y deseosos de acrecentar Tu alabanza y Tu gloria y a fin
de sumar nuestra pequeña parte al amor filial de Cristo, Tu Hijo, bajo la
advocación de Tu Corazón Doloroso e Inmaculado, TE CONSAGRAMOS, ¡OH, DULCÍSIMA
MADRE!, DE UN MODO IRREVOCABLE, A NUESTRA PATRIA VENERADA, A SUS HIJOS E HIJAS
Y A TODOS AQUELLOS QUE EN ELLA HABITAN Y GUARDAN LA FE GLORIOSA DE NUESTROS
PADRES.
Para que, al igual que bajo Tu advocación como Virgen del
Carmen, reafirmemos que eres la Soberana de nuestra Patria y, por un acto de
perpetua donación, Te ofrecemos y Te entregamos nuestro Gobierno,nuestras
Instituciones, nuestros bienes y nuestras casas, y todos nuestros compatriotas,
para que Tú seas la verdadera Reina y propietaria de nuestra Patria amada. Te
entregamos y consagramos nuestros cuerpos y nuestras almas y nos consagramos
nosotros mismos, para que dispongas de nosotros según Tu beneplácito. Nuestra
Patria es Tu dominio. ¡Oh, Torre de Marfil!, sostenla tan firmemente que jamás
se aparte del buen camino, ¡Oh, Virgen Fiel!, guarda a cada uno de sus hijos
unidos inquebrantablemente a Ella. ¡Oh, Virgen Purísima!, mantén inmaculada
nuestra fe. Tú, que has recibido el poder de exterminar las herejías en el
mundo entero, no permitas que Chile caiga víctima de ellas. ¡Oh, Reina de Todos
los Santos!, haz florecer entre nosotros la santidad de Tus hijos. ¡Oh, Madre
de la Divina Gracia!, guarda nuestra Nación como un dominio fructífero y
siempre vivo para la Santa Iglesia Católica Romana. ¡Oh, Madre de la Iglesia!,
obtennos la gracia de ser un instrumento cada vez más dócil y más apto en las
manos de Dios, para la salvación del mayor número posible de almas. ¡Oh,
Consuelo de los Afligidos y Reina de la Paz!, procura para nuestra Patria la
práctica de la caridad entre sus hijos, la inocencia de sus niños y la
sabiduría de sus mayores. Concédenos, finalmente, ¡Oh, Madre del Sumo
Sacerdote, la gracia de contribuir a la restauración de la Fe y del sacerdocio
católicos y así el esplendor del alma sacerdotal de Cristo llevará, finalmente,
al establecimiento de Su Reino sobre los individuos, las familias y nuestros
estados. Confiados en nuestro titulo de fieles católicos, Te prometemos, ¡Oh,
Reina de los Mártires y Confesores, que trabajaremos hasta nuestro último
suspiro por restaurar todas las cosas en Cristo, extender Su Reino a nuestra
Nación y preparar, ¡Oh, María!, el glorioso triunfo de Tu Corazón Doloroso e
Inmaculado. Amén".
A todos quienes no son creyentes, con mí más profundo
respeto, les deseo la bendición de Dios, nuestro Señor. Amén.
(Con este “AMEN” el señor Andrés Zaldívar, Presidente del
Senado, cerró la sesión de ese día).