Carmela y su madre



Los hijos de Carmela y Arturo








Tumba de Carmela 
en el Cementerio General
de Santiago



Fallece doña Carmela Carvajal de Prat 


(www.mardechile.cl, 17 de Agosto de 2009)

Hace setenta y ocho años el 16 de agosto de 1931 falleció en Santiago víctima de un ataque de angina doña Carmela Carvajal Vda de Prat, quien fuera la abnegada esposa del héroe máximo de la Armada de Chile Capitán de Fragata don Arturo Prat Chacón. La noticia de su muerte causó honda consternación en la capital y en Valparaíso. De inmediato el Ministro de Marina, Vicealmirante Calixto Rogers, comisionó al Capitán de Corbeta Gerald Trudgett Délano a presentar su pésame en nombre propio y de la Institución.
Esa misma tarde el Edecán Naval del Presidente de la República expresó sus sentimientos a nombre del Gobierno, mientras el féretro fue llevado a la Catedral de Santiago donde se efectuó la Misa fúnebre. Las exequias fueron grandiosas el templo estaba repleto por establecimientos educacionales, sociedades obreras y de un sinnúmero de corporaciones. Así como el Alcalde de Santiago, Juntas de Vecinos, delegaciones de la Escuela Naval y numerosos representantes de la Armada , Ejército, Fuerza Aérea y Carabineros de Chile.
Hablaron en el Campo Santo el Almirante Rogers en nombre del Gobierno. Por la Armada al Almirante Edgardo Von Schroeder e improvisó un discurso el Almirante Arturo Wilson sobreviviente del Combate Naval de Iquique. El duelo lo despidió su hijo don Arturo Prat Carvajal. Así como todos los 21 de mayo se cubre de flores en Valparaíso el altar a las Glorias Navales, la Armada adorna asimismo, año tras años la tumba de doña Carmela Carvajal Briones, viuda del insigne héroe, y mujer que en vida sólo derramó caridad, cariño y dignidad.
Para quienes inspiraron sus vidas en las lecciones del pasado, es difícil encontrar un mejor ejemplo de grandeza de alma y de fuerza espiritual como el que nos legaron los esposos Prat. Doña Carmela Carvajal Briones continuará siendo el símbolo de las mujeres abnegadas del hogar y el patriotismo, como también pasó a ser el ejemplo de la mujer humilde, virtuosa, venerada por todos los chilenos. 





CARTAS ENTRE EL ALMTE. GRAU Y CARMELA CARVAJAL DE PRAT


(www.laguerradelpacifico.cl)



CARTA DE GRAU A LA VIUDA DE PRAT


Monitor Huáscar
                                                                            
Al ancla, Pisagua, Junio 2 de 1879

Distinguidísima señora:

     Un sagrado deber me autorizo a dirigirme a ud. y siento profundamente que esta carta, por las luchas que va a rememorar, contribuya a aumentar el dolor que hoy justamente debe dominarla. En el combate naval del 21 próximo pasado que tuvo lugar en las aguas de Iquique, entre las naves peruanas y chilenas, su digno y valeroso esposo, el capitán de fragata don Arturo Prat, comandante de la Esmeralda, fue como usted no lo ignorara ya, victima de su temerario arrojo en defensa y gloria de la bandera de su patria. Deplorando sinceramente tan infausto acontecimiento y acompañándola en su duelo, cumplo con el penoso y triste deber de enviarle las para usted inestimables prendas que se encontraron en su poder, y que son las que figuran en la lista adjunta. Ellas le servirán indudablemente de algún consuelo en medio de su desgracia y por eso me he anticipado a remitírselas.

     Reiterándole mis sentimientos de condolencia, logro, señora, la oportunidad para ofrecerle mis servicios, consideraciones y respetos con que me suscribo de usted, señora, muy afectísimo seguro servidor.

 Miguel Grau




CARTA DE 
DOÑA CARMELA CARVAJAL VIUDA DE PRAT 
A MIGUEL GRAU


Señor don Miguel Grau

Distinguido señor:

Recibí su fina y estimada carta fechada a bordo del Huáscar en 2 de junio del corriente año. En ella, con hidalguía del caballero antiguo, se digna usted acompañarme en mi dolor, deplorando sinceramente la muerte de mi esposo, y tiene la generosidad de enviarme las queridas prendas que se encontraban sobre la persona de mi Arturo, prendas para mi de un valor inestimable por ser o consagradas por su afecto, como los retratos, o consagradas por su martirio como la espada que lleva su adorado nombre.

Al proferir la palabra martirio no crea usted, señor, que sea mi intento inculpar al jefe del Huáscar la muerte de mi esposo. Por el contrario, tengo la conciencia de que el distinguido jefe que, arrostrando el furor de innobles pasiones sobreexcitadas por la guerra, tiene hoy el valor, cuando aun palpitan los recuerdos de Iquique, de asociarse a mi duelo y de poner muy alto el nombre y la conducta de mi esposo en esa jornada, y que tiene aun el mas raro valor de desprenderse de un valioso trofeo poniendo en mis manos una espada que ha cobrado un precio extraordinario por el hecho mismo de no haber sido jamás rendida; un jefe semejante, un corazón tan noble, se habría, estoy cierta, interpuesto, de haberlo podido, entre el matador y su victima, y habría ahorrado un sacrificio tan estéril para su patria como desastroso para mi corazón.

A este propósito, no puedo menos de expresar a usted que es altamente consolador, en medio de las calamidades que origina la guerra, presentar el grandioso despliegue de sentimientos magnánimos y luchas inmortales que hacen revivir en esta América las escenas y los hombres de la epopeya antigua.

Profundamente reconocida por la caballerosidad de su procedimiento hacia mi persona y por las nobles palabras con que se digna honrar la memoria de mi esposo, me ofrezco muy respetuosamente de usted atenta.

 Carmela Carvajal Vda. de Prat



Carmela Carvajal y Arturo Prat: Un Gran Amor

(www.ninhue.cl)


21 años tenía Carmela Carvajal y 25 Arturo Prat cuando el 5 de mayo de 1873 se casaron en la iglesia del Espíritu Santo, ubicada frente a la Plaza Victoria en la ciudad de Valparaíso. La casa de la novia estaba tan cerca de la iglesia que se extendió una alfombra roja desde ahí hasta las graderías del templo. La ceremonia la realizó el sacerdote Francisco Salas Portales y los padrinos fueron Rosario Chacón de Prat y José Jesús Carvajal. Los testigos fueron Jorge Montt, Eulogio Varas y Bernardo Chacón.

Carmela Carvajal nació el 16 de julio de 1851, en Quillota, hija de don Diego Carvajal y Zárate y doña María Briones Inzunza. Tuvo tres hermanos: José Jesús, Bernardo y David. La familia vivió en Quillota hasta que falleció don Diego Carvajal, luego Carmela y sus hermanos debieron trasladarse a la ciudad de Valparaíso, cuando ella tenía 11 años de edad. Doña María Briones falleció en Valparaíso, momento en que su hermano mayor, José Jesús, pasó a ser el tutor de Carmela.

En Valparaíso estudió en un colegio de a alguna congregación religiosa, cuyo nombre no se tiene certeza. Habría sido allí donde aprendió francés, lo que despertó en ella el interés por la lectura de libros franceses, además de tejer y bordar.

La vida social que desarrolló Carmela se reducía a fiestas familiares, tertulias, visitas, asistencia a misa, procesiones y novenas, ya que las jóvenes de aquella época no podían salir solas a la calle y el contacto con los hombres sólo era a través de miradas. Siendo niños Carmela conoció a Arturo, hecho que ella manifiesta en una carta dirigida al Señor Ezequiel Pérez Uribe, fechada el 8 de julio de 1886, amigo de Arturo residente en Lima, quien le devolvió una fotografía de Prat: 

"... al contemplar esa imagen adorada, que me recuerda una época muy feliz de mi vida: el principio de nuestro tímido afecto de niños, que llegó a ser el único cariño de toda nuestra existencia". 

Fue sin lugar a dudas un amor a primera vista. Carmela comenzó a escuchar los elogios que el cadete Prat hacía en las tertulias familiares de los Chacón, las que se realizaban en la casaquinta de don Pedro Chacón, donde Arturo iba como nieto y Carmela como cuñada de Concepción.

La época en que Carmela y Arturo se conocieron y sobre todo los comienzos de 1870, estuvo marcada por fuertes cambios, con una población que apenas alcanzaba los dos millones de personas. Si bien, la clase dirigente seguía siendo la misma desde fines del siglo XVIII, la minería, las exportaciones y la banca habían dado origen a un nuevo grupo de hombres con alto poder adquisitivo. Por lo que la vieja aristocracia se dividió entre aquellos que intentaron hacerle el peso a los nuevos ricos, viviendo de deudas e hipotecas, y aquellos que rechazaron ese estilo de vida continuando con una vida ordenada y tranquila. A este grupo perteneció la familia Prat Carvajal: una familia austera y profundamente católica.
 
Amor a toda prueba

Carmela y Arturo estuvieron casados sólo seis años, tiempo en el que además de cultivar un gran y consolidado matrimonio, también debieron estar separados por largos periodos, debido a los embarcos de Arturo, por lo que su relación estuvo marcada por la distancia.

Carmeja Carvajal tocaba el piano y ella le enseñó a su esposo algunos temas, quien durante las largas estadías en el norte, con su buque estacionado en Mejillones, se deleitaba practicando polkas y canciones extranjeras.

La primera separación ocurrió dos meses después de su matrimonio, Arturo debió zarpar al norte, para cumplir con los deberes que implicaba su servicio. Sin embargo, en la lejanía estuvo presente una fecunda comunicación epistolar que ambos se enviaban y en las cuales además de enfatizar el gran amor que el uno sentía por el otro, se escribían acerca de cosas tan triviales como cuentas y problemas domésticos. Porque Carmela era su amiga y su confidente, le contaba todo: negocios, compras, arriendos, además de considerar de manera positiva las decisiones que su esposa tomaba.

“Mañana a las 6:00 A.M saldremos i espero en Dios, confiado, que entre el 10 i el 11 estaré deleitándome en tus ojos i entre tus brazos estrecho.
Bien mío: no vayas a encontrarme mui pelado, porque a decir verdad, tu remedio poco o nada me ha hecho i yo creo notar que la calvicie marcha a pasos agigantados…
Recibe mi vida, el más dulce, armonioso i ardiente beso que puede enviarte tu esposo que tanto te amas. Arturo”

“Desde que me separé de ti pasa el tiempo con una lentitud insoportable, años se hacen las horas, siglos los días esperando anheloso aquél en que de nuevo pueda estrecharte contra mi corazón Arturo”.

Entre 1875 y 1878 el matrimonio vivió una etapa diferente. Las separaciones fueron esporádicas y fue momento para la llegada de una nueva hija, para que Arturo se titulara de abogado y ascendiera en la Marina, siendo nombrado Comandante de la “Esmeralda”. No obstante, esto cambió radicalmente al año siguiente, en 1879, tiempo en que Arturo debió permanecer en el norte y participar del bloqueo en Iquique, donde finalmente perdió la vida en el Combate Naval de Iquique el 21 de mayo de ese año.
La vida de doña Carmela Carvajal siempre estuvo dedicada a sus hijos y a su marido. Sin embargo, debió enfrentar difíciles momentos sola, como la muerte de su primera hija y la temprana viudez, que se inició cuando ella tenía 27 años de edad, momento que continuó fiel al amor que sentía por su marido y además de mantener el luto, nunca volvió a casarse.




CARMELA CARVAJAL DE PRAT


(Wikipedia, www.todohijos.cl)


Infancia

Carmela Carvajal nació en Quillota el 16 de julio de 1851, hija de don Diego Carvajal y Zárate y de doña María Briones. Fue la menor de cuatro hermanos, quienes quedaron huérfanos a temprana edad (cuando Carmela tenía 11 años). Es por ello que Carmela se crió en la casa de su hermano José, quien estaba casado con doña Concepción Chacón, tía materna de Arturo Prat. Fue, a través de este vínculo que Carmela conoció al joven cadete, durante las tertulias a las que asistían tanto don Pedro Chacón como Concepción Chacón en la ciudad de Valparaíso. Así nació un amor que duraría toda la vida.

Noviazgo con Prat

De regreso del viaje que repatrió desde Perú los restos mortales de OHiggins, trajo Prat regalos para Carmela, un costurero, un abanico, una cruz de plata y un tarjetero de marfil.
La relación era muy obvia pero muy reservada para Prat, se molestaba cuando hacían relación a su noviazgo. Además de la timidez natural, otra de las razones por la que se molestaba Prat era el temor de formalizar una relación para la cual no tenía el dinero con que mantener un matrimonio.

Cuando se enteró de que sería ascendido a capitán de corbeta, se decidió finalmente pedir la mano de Carmela, el año 1873. Un poco posterior a esto, se encuentra la única carta de amor de Prat a su novia llegada hasta nosotros:

-Mi Carmela, mi vida, mi tesoro, te escribo sólo para quitarte todo cuidado respecto de mi salud. Me encuentro bien, la mano se ha deshinchado y espero estar bueno en un par de días para escribirte muy largo, pues tengo mucho que decirte, incluso el que te adoro, cada día más con más vehemencia; no lo hago ahora porque temo empeorarme. Recibe el corazón apasionado de tu Arturo-.

Matrimonio

El 5 de mayo de 1873 tocaban las campanas nupciales en la iglesia San Agustín de Valparaíso. Se tendió una alfombra roja, por la que pasó la radiante Carmela, que en ese entonces tenía 22 años, era alta, esbelta y bella, se encontró con un Arturo Prat robusto, de amplia frente por su calvicie, espesa barba y de paso firme. Los bendijo el clérigo José Francisco Salas, a las 10.30 horas. Eran ya marido y mujer.

Prat trataba a su mujer como una igual, como una compañera (algo difícil de encontrar en la época decimonónica), encargándole por ejemplo del presupuesto familiar, y él mismo haciéndose cargo de algunos de los problemas domésticos:

-A cada momento me parece que te veo rendida de mecer a nuestra hija, sin que a tu lado esté y compartir, aunque sea en pequeño, tus trabajos...-.

Los recién casados pasaron su luna de miel en Quillota, desde donde se dirigían a las Termas de Cauquenes. Después, el esposo regresó a Valparaíso, para retomar sus deberes navales. Sólo en octubre se reuniría de nuevo con su mujer.

Nacimiento de sus hijos

Para esa fecha, Carmela estaba embarazada de su primera hija. Prat anotó para el acontecimiento del nacimiento de su hija:

-El 5 de marzo nació Carmela de la Concepción a las 9.35 AM, en circunstancias que el día anterior me había ido yo a Santiago... El 5 de abril fue bautizada en la Parroquia del Espíritu Santo, siendo los padrinos la Conchita con José Jesús... -

-Se me figura que ha de estar muy viva, risueña, juguetona... 
Anoche soñé con ella y parecía que me conocía y 
aunque con carita un poco afligida, me echaba los bracitos al cuello...-



Pero al igual que los malogrados hermanos mayores de Prat, la niña heredó una contextura en extremo frágil y enfermiza. Arturo le escribe a Carmela: -Continúa usando la homeopatía para mi hijita y avísame luego que esté sana-. Tenía, sin duda, la esperanza que el método que (supone él) le curó su condición endeble, hiciera las mismas maravillas en Carmelita. Pero no funcionaba, la vida de la niña se iba extinguiendo cada día más, para desesperación de una madre impotente y un padre desesperado en la plegaria.

-¡Pobre angelito!, ya no puedo verla, al menos quiero que este sana-.

El problema de Carmelita, una hernia causada por el retiro del cordón umbilical, al que se le agregaban diferentes males (diarrea, fiebre, etc.).

Para desesperación de Prat, al término de su estación anual, debe ser transportado al centro del país por el -Abtao-, que no llega. El domingo 13 de diciembre finalmente llega el vapor y le escribe a su mujer:

-Luego pues te voy a ver, como también a mi hijita que espero que este completamente sana...-

Pero la niña había muerto hacía una semana, el día 5. Al anochecer le llega una carta desoladora de su mujer: 

-Arturo de mi corazón: nuestro querido angelito sigue mal; siento que mi corazón desfallece de dolor y tú no estás para sostenerme... Si te fuera posible venirte, sería mi único consuelo. No desesperes mi bien, piensa en tu infeliz Carmela-

Más desesperación para Prat, el vapor no podrá salir hasta el día 18.

Todas sus esperanzas fueron destruidas en el viaje, con una esquela de pésame, entregada en algún puerto intermedio, firmada por Juan José Latorre.

Anotó Arturo, al pie de la carta anterior de Carmela:

-El 5 de diciembre, a las 1 horas 3 minutos de la noche, murió mi hija Carmela de la Concepción. Esta carta es la destinada a anunciármelo, la amargura que revela debiera habérmelo hecho comprender, pero tan dulce es la esperanza-.

El 11 de septiembre de 1876 vuelve la alegría en la casa de los Prat Carvajal, con el nacimiento de su hija Blanca Estela. Dos años más tarde, el 29 de diciembre de 1878 nace Arturo Héctor, el primer hijo varón del matrimonio.

Guerra del Pacífico y viudez

Con la llegada de la Guerra del Pacífico, Prat partió al norte de Chile, quedando Carmela nuevamente sola, a cargo de sus hijos.

El 21 de mayo de 1879 ocurre la muerte de Arturo Prat, mientras comandaba la Esmeralda, durante el reconocido Combate naval de Iquique. Sólo dos días despúes la noticia de la batalla llegaría a Valparaíso, pero Carmela no supo de la muerte de su esposo hasta la noche del 24 de mayo. El Almirante Miguel Grau Seminario, capitán del Huáscar, envió los objetos personales de Prat, diario personal, uniforme, espada entre otros a la viuda de Prat. Junto con ellos, Carmela Carvajal recibió una carta del Almirante peruano, demostrando la calidad personal de su rival, la hidalguía y sus altos valores morales, denominado luego -El Caballero de los Mares-.

Tras haber quedado viuda, decidió irse a vivir a Curimón para alejarse del dolor que significó la muerte de Prat. En 1881 volvió a Valparaíso, y ese mismo año, su casa sufrió un incendio y lo perdió todo, excepto las queridas reliquias que Grau le había mandado. Cuando sus hijos ingresaron a la Universidad, Carvajal cambió su residencia a Santiago de Chile.
Finalmente fallece el día 16 de agosto de 1931, víctima de un ataque de angina, provocando un hondo pesar en el país debido a su valentía como mujer.